Mientras las
llamadas «nuevas tecnologías»,
enmarcadas y publicitadas dentro del plan general de la «Agenda 2030» y el
«Nuevo Orden Mundial», prometen un futuro sin enfermedades, sin problemas, y un
«mundo feliz», automatizado, cómodo, mientras tanto, el mundo real,
simplemente, procura sobrevivir.
Crece la «pobreza energética» y la ruina agrícola y
ganadera; aumenta «misteriosamente» el índice de mortalidad entre la población;
prospera la inflación a un ritmo desbocado. En consecuencia, el Alto Mando
Global, por medio de los Gobiernos nacionales, anuncia restricciones en la
distribución de electricidad y gas en los hogares y el uso social de cartillas de racionamiento —y aun ¡de comportamiento!—,
al tiempo que anima a la población a habituarse a la carestía de la vida y al
desabastecimiento de productos de primera, segunda y tercera necesidad —sustituyendo
así el «consumismo salvaje capitalista» por el posmoderno «consumo responsable
y sostenible»—, a reducir los desplazamientos, la movilidad y, sobre todo, el
uso del vehículo particular (próxima estación: su prohibición), a quedarse en
casa, ducharse con agua fría, familiarizarse con una dieta rica en proteínas a
base de insectos y en este plan.
Bajo los últimos estertores del «Estado de Bienestar», la
humanidad espera progresar en la guerra de las galaxias y en «Inteligencia
Artificial», al tiempo que retrocede de hecho hacia la economía de supervivencia
y la Edad de Hierro, volviendo a calentar las estancias con leña y a
iluminarlas con velas, cuando las encuentran. En estos tiempos audaces, el paso
regresivo de la poshistoria a la prehistoria se realiza en un santiamén. He aquí un panorama singular a escala planetaria que
compagina la ciencia ficción, el ultraposmodernismo,
las megatecnologías rompedoras y el relato
de una utopía deslumbrante con una realidad trágica y penosa que evoca la
gráfica descripción del primitivo «estado de naturaleza», realizada por Thomas Hobbes en el Leviatán,
cuando pintaba la existencia del hombre como una experiencia «solitaria, pobre,
desagradable, bruta y corta.», una estadía, en fin, que presagia el retroceso
de la humanidad al estadio del hombre de las cavernas.
En este panorama, ¿es razonable tomarse en serio, digamos,
el «transhumanismo» o el «biomejoramiento»?
El presente
ensayo, cuarto de la serie en marcha «La civilización en deconstrucción»,
analiza y critica las denominadas «nuevas tecnologías», proponiendo un cotejo
con la tragedia Fausto, el sueño y la
pesadilla del doctor Faustus, inmortalizada, entre otros autores, por Johann
Wolfgang von Goethe.
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